En 2020 se han registrado datos alarmantes en cuanto una cruda realidad azota de manera silenciosa. 3.941 víctimas de sí mismas, que deciden poner fin a su vida por una situación que solo ellos conocen. Hablamos de una pérdida humana cada 40 segundos en el planeta. Esto habla de más muertes por suicidio que por accidentes de tráfico.

En España, hay casi 11 personas que se quitan la vida a diario. Y estas cifras aún resultan más graves cuando hablamos de la población joven, dónde en 2020 llegamos a perder a 14 menores de 15 años y dónde 300 muertes autoinfligidas, son la principal causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.

Pero, ¿Qué está sucediendo? Y ¿por qué no se toman las medidas oportunas ante esta desgarradora situación?

2020 se han registrado datos alarmantes en cuanto una cruda realidad azota de manera silenciosa. 3.941 víctimas de sí mismas, que deciden poner fin a su vida por una situación que solo ellos conocen. Hablamos de una pérdida humana cada 40 segundos en el planeta. Esto habla de más muertes por suicidio que por accidentes de tráfico.

En España, hay casi 11 personas que se quitan la vida a diario. Y estas cifras aún resultan más graves cuando hablamos de la población joven, dónde en 2020 llegamos a perder a 14 menores de 15 años y dónde 300 muertes autoinflingidas, son la principal causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.

Pero, ¿qué está sucediendo? Y ¿por qué no se toman las medidas oportunas ante esta desgarradora situación?

Son cientos los motivos que pueden llevar a alguien a tomar una decisión desesperada en la que la muerte se vea como la solución al problema: la pandemia del COVID, problemas económicos, abusos, problemas personales, pérdidas laborales, etc. Sin embargo, es una realidad que debemos abarcar y dar voz y apoyo a quienes sufren en silencio.

Como familiares, amigos, compañeros…podemos estar alerta a señales que pueden ayudarnos a identificar a una persona con ideas suicidas y que está cursando con una posible depresión. Algunas de estas señales son:

  1. Mayor aislamiento. La persona cada vez se aísla y encierra más en su zona de confort (su habitación o casa). Deja de hacer planes con amigos, y cuando lo hace, no se comunica hablando de sus problemas.
  2. Menor comunicación emocional. Personas depresivas con ideas suicidas, no suelen hablar de sus sentimientos ni de su situación, ni tampoco de las ideas suicidas que pasan por su mente. A veces puede resultar difícil saber qué sucede debido a que hablan de temas banales y no cuentan que no se encuentran bien.
  3. Deterioro de la calidad de vida en su día a día. La depresión puede llegar a limitar el desarrollo de comportamientos rutinarios o diarios. A veces se limitan a cumplir con las responsabilidades, pero sin motivación ni ganas. Se empiezan a abandonar actividades de ocio y diversión.
  4. Resultados negativos en el ámbito escolar o laboral. Hay una apatía generalizada que puede traducirse en bajo rendimiento escolar, con la consecuente subida de suspensos o dificultad para realizar ejercicios que anteriormente no conllevaban ningún problema. En el ámbito laboral podemos encontrar esta bajada en el rendimiento y la desmotivación de asumir el día a día de las tareas laborales.
  5. Hablar sobre querer morirse. En algunas ocasiones, las personas hablan sobre no querer seguir viviendo, y acompañan estas verbalizaciones de un alto sentimiento de culpa o vergüenza; sienten que son una carga para los demás. A veces, incluso llegan a despedirse de alguna manera, diciendo adiós de una manera diferente a la habitual, o escribiendo una carta de despedida, regalando objetos personales importantes, o realizar un testamento.
  6. Cambios de humor extremos. Pueden pasar por distintos estados emocionales en poco tiempo, y mostrarse irritables y de mal humor, así como de pronto tristes y angustiados, ansiosos o llenos de ira.
  7. Conducción temeraria o conductas arriesgadas. Podrían mostrar comportamientos temerarios, que a veces son maneras de tantear la sensación de perder la vida.
  8. Pueden comer o dormir en exceso o por el contrario, muy poco o nada.
  9. Consumo de alcohol o drogas con mayor frecuencia. La depresión o la ideación suicida, puede ir acompañada de un aumento en el consumo de sustancias, ya que ayudan a la persona a desconectar o incluso a envalentonarse a la hora de actuar contra sí mismos.

Si observamos algunos de estos síntomas, podemos intentar hablar con la persona, o con alguien cercano a ella que pueda actuar. La ayuda profesional es fundamental en estos casos, pero tener apoyo cercano de amigos y familiares, que ayuden a escuchar y comprender lo que sucede y aportar soluciones conjuntas, también es imprescindible.

Muchas veces creemos que no hay salida, pero como ya sabemos, todo tiene solución menos la muerte. Y si acaso un problema no tiene solución, ¿para qué preocuparnos?

La vida consiste en ir afrontando un cúmulo de problemas que surgen con mayor o menor frecuencia. En función de cómo abordemos y las soluciones que aportemos, viviremos más o menos tranquilos y felices. Se habla de la felicidad como utopía, pero, ¿realmente lo es? ¿es imposible vivir felices siempre? Bueno, yo opino que si y que no. No podemos vivir 24/7 en una eterna felicidad natural, pero si podemos serlo durante periodos más breves o más largos de tiempo. Pero, ¿de qué depende este estado y cómo podemos ayudarnos a alcanzarlo? Aquí dejo algunos consejos:

  • Prioriza y afronta. Ante los problemas, busca soluciones y ordena por importancia. Si te ves sobrepasado o no eres capaz de resolverlo, pide ayuda. No sientas vergüenza por apoyarte en un amigo, familiar o alguna persona más capaz que tú en ese momento. Aceptarnos vulnerables no es debilidad; al contrario, es aceptarnos como somos.
  • Habla con personas cercanas sobre tus sentimientos. Comparte cómo te sientes y busca soluciones. Si no es suficiente, pide ayuda profesional
  • Rompe la idea negativa de acudir a un profesional si es necesario. Hay muchos profesionales cualificados y preparados para apoyarte y orientarte en cualquier momento de tu vida; no hay que estar “enfermo” para actuar.
  • Actitud positiva ante la vida. Cuando llueve puedes afrontarlo pensando “vaya asco de día, es deprimente que llueva” (esto afectará negativamente como afrontes el día), o puedes decirte a ti mismo, “está lloviendo y es algo pasajero que yo no controlo; además el campo se pondrá verde y hoy puedo ponerme ese abrigo que tanto me gusta de invierno”. Es decir, no podemos controlar lo que sucede a nuestro alrededor, pero sí cómo lo afrontemos.
  • Rodéate de gente positiva. Ríe, baila, disfruta de las pequeñas cosas (un amanecer, caminar descalzo, darte un baño…). Busca gente que te aporte y saque lo mejor de ti, no quienes te intimiden o hagan “sentir pequeño”.
  • Haz deporte. Corre, nada, surfea, baila…haz actividad para que tu cuerpo y mente reseteen y liberen endorfinas.
  • Abraza. 20 segundos de abrazo liberan una hormona llamada “oxitocina”, también conocida como la hormona del amor. Esta sustancia tiene beneficios sobre la salud física y mental, lo cual ayuda a sentirnos física y mentalmente mejor; más relajados y más seguros.
  • Ponte objetivos realistas. No quieras escalar el Everest en un día y sin preparación. Todo en la vida tiene su proceso y de cada paso que damos, aprendemos algo. Disfruta ese caminar y no tanto el resultado final.
  • Practica meditación. No tienes que pasarte horas meditando formalmente, simplemente vive en el presente, en el aquí y ahora. No anticipes que pasará mañana o te lamentes de lo que sucedió ayer. Saborea cada momento, porque es único e irrepetible, tanto lo bueno y agradable como lo negativo y desagradable. Todo pasa, deja que el tiempo te ayude y actúa.

En estos tiempos difíciles y complejos, tendamos una mano y comencemos a escuchar más a los que nos rodean y a nosotros mismos. Fomentar amor y respeto es fundamental. Ese dicho que dice, “no quieras para el otro lo que no quieras para ti”, apliquémoslo y rompamos con la dinámica establecida. En nosotros está el cambio, empecemos a creer y sobre todo, a hacer.